martes, 22 de mayo de 2007

GenealogiaSureste 9 Chetumal, una historia que se escribe en el sureste (Quintana Roo)

Chetumal, una historia que se escribe en el sureste (Quintana Roo)

Conocer esta ciudad y sus alrededores es no sólo llegar al final del
país, sino adentrarse en un lugar lleno de encanto que invita al
viajero a descubrir y disfrutar de lo inesperado.


Texto: Agustín Labrada

Conocer esta ciudad y sus alrededores es no sólo llegar al final del
país, sino adentrarse en un lugar lleno de encanto que invita al
viajero a descubrir y disfrutar de lo inesperado.

Chetumal es una bella zona cubierta de brillantes colores: el intenso
verde selvático, el turquesa del mar caribeño y el azul de su cielo la
hacen parecer como salida de una acuarela.

La historia de Chetumal está unida a la llamada Guerra de Castas, que
en el siglo XIX protagonizaron los mayas de la península de Yucatán;
éstos obtenían armas desde Belice, que entonces era una colonia
británica; para impedirlo, el gobierno federal creó un puesto militar,
que en un principio fue un barco estacionado en la bahía de Chetumal,
en la desembocadura del río Hondo, frontera natural y ahora oficial
entre los dos países. Así, mientras permanecía estacionado el barco,
los marinos ahí destacados hicieron varias incursiones en ese
inhóspito territorio, plagado de lagartos y víboras. En un día de 1898
el teniente de la armada de México al mando de la zona, Othón Pompeyo
Blanco, fundó la aldea de Payo Obispo, que era la última frontera de
México, un lugar en los confines sureños de un país que aún no tenía
definidos sus límites. Las primeras medidas fueron la creación de un
puesto de aduanas y el trazo de la aldea.

Muy pronto aquel caserío de madera frente a la bahía se fue poblando
de campesinos y aventureros que procedían, unos de Veracruz y del
centro del país, otros de Líbano y de Belice. Algunos comenzaron a
quitarle terreno a la selva e iniciaron la agricultura en la zona,
mientras que otros se dedicaron al comercio, aprovechando la situación
fronteriza. Ese primer caserío creció aceleradamente y en 1936 recibió
el nombre de Chetumal en homenaje a una aldea maya de esa zona que se
habría llamado Chac-Temal. En un principio la mayor parte de sus casas
fueron construidas con maderas nobles del lugar, como la caoba, pero
esa hermosa ciudad fue prácticamente arrasada en 1945 por el huracán
"Janet".

Destruida y vuelta a construir, la ciudad fue declarada capital del
naciente estado de Quintana Roo, y el comercio conoció etapas de
verdadero esplendor mientras fue zona libre de aranceles, con ello
creció aún más y siguió recibiendo inmigrantes de todas partes de
México y del extranjero.

La bahía de Chetumal impregna toda la vida de esta ciudad; allí se
construyó la nueva Universidad de Quintana Roo, que ha abierto el
camino del conocimiento a los jóvenes de la región. Moderna y rodeada
de gran belleza, la universidad es ahora el motivo principal por el
cual continúan llegando inmigrantes desde el interior del país, de
Estados Unidos, de Canadá, de Europa y de otras naciones
latinoamericanas. La universidad le está cambiando a Chetumal el
aspecto rudo de población fronteriza, por el de una ciudad donde la
cultura y el arte empiezan a alimentar a los espíritus locales, a la
vez que se preparan las nuevas generaciones que serán las responsables
de conducir el destino de ese estado.

Por el bulevar, bellamente dibujado a través de la bahía, se va desde
el centro a Calderitas, una caleta de pescadores que se transformó en
un sitio de exquisitas comidas de pescado y mariscos. Mientras se
recorre en coche la avenida se ven en la bahía los kayaks de la
universidad y a los chetumaleños haciendo deportes al aire libre
(caminando, corriendo, en bicicleta o paseando a sus niños); toda la
vida transcurre por este paseo, donde aún se aprecian las pocas casas
de madera que dejó el "Janet" y también el museo-maqueta de la aldea
de Payo Obispo. Ahí, frente al mar, está el edificio de gobierno y el
Congreso del estado. Cada tarde, como si el tiempo se detuviera, los
chetumaleños se dan cita para admirar los hermosos atardeceres que
cada día son distintos y cada uno mejor que el anterior. En las noches
se puede ver, al otro lado de la bahía, el pueblo beliceño de Punta
Consejo, que en la oscuridad nocturna parece esgrimir un idioma de
luces.

En la bahía la actividad se inicia con los primeros rayos de luz
solar, cuando ya los pescadores dentro del agua lanzan con gracia y
pericia sus pequeñas redes, las cuales se extienden como abanicos
sobre el agua para atrapar el sustento diario.

El río Hondo enmarca con su actividad la vida de Chetumal; por sus
aguas, en rústicas embarcaciones, pasan de un lado al otro los
habitantes de ambas riberas, y con ello deshacen la llamada frontera
oficial; de un lado y del otro viven padres beliceños con hijos
mexicanos, o al revés; el amor también ha tenido su participación, y
parejas donde uno de los dos es del otro lado son más que comunes. Por
las riberas del río existe un intenso comercio y una indisoluble
fraternidad.

En la ribera del lado mexicano los cultivos de caña de azúcar y chile
son la principal actividad económica, en la que hombres y mujeres
trabajan juntos para cosechar. Todas las comunidades del área viven de
la agricultura, y los productos que envían a la capital del país les
aseguran su existencia, que aunque modesta, transcurre feliz y
tranquila.

Una leyenda antigua, que propagan los cronistas y escritores de la
zona, dice que en este mismo lugar se produjo el primer mestizaje del
continente americano, cuando el náufrago y soldado de origen andaluz
Gonzalo Guerrero se casó con la princesa maya Zazil Há y nacieron de
ellos los primeros mexicanos de la historia. Por eso se llama a
Chetumal la "cuna del mestizaje", y más allá de su impacto histórico,
poético y legendario, el fenómeno de las alianzas étnicas parece no
tener fin con tantas parejas de origen internacional.

Toda ciudad, sea joven o antigua, tiene su encanto, sus historias y
sus leyendas. Para el viajero, conocer Chetumal significa no sólo
llegar al final del país, sino adentrarse en una ciudad llena de
misterio, de magia y de encanto, como el Macondo de García Márquez,
que apenas ha cumplido sus primeros cien años de soledad.

Fuente: México desconocido No. 277 / marzo 2000


--~--~---------~--~----~------------~-------~--~----~
Has recibido este mensaje porque estás suscrito a Grupo "Genealogia Mexico Sureste" de Grupos de Google.
Si quieres publicar en este grupo, envía un mensaje de correo
electrónico a genealogia-mexico-sureste@googlegroups.com
Para anular la suscripción a este grupo, envía un mensaje a genealogia-mexico-sureste-unsubscribe@googlegroups.com
Para obtener más opciones, visita este grupo en http://groups.google.com/group/genealogia-mexico-sureste?hl=es.

-~----------~----~----~----~------~----~------~--~---

No hay comentarios: